La Habana-Porlamar: el puente aéreo del desengaño es un negocio de pocos

Dos antiguas perlas del Caribe muy venidas a menos, Cuba y Margarita, han quedado conectadas desde el año pasado por una ruta ‘turística’ que un grupo de funcionarios diseñó para exprimir los ahorros de los emprendedores de la más grande de las Antillas. Cazadores de gangas que solo se dejan ver en hoteles del Estado chavista y en timbiriches del decaído Puerto Libre, arrastran consigo maletas que apenas logran llenar para la reventa, así como algunos intentos de fuga y la vigilancia de los espías del castrismo.

Y.V. reunió dinero por años. Guardó y guardó dólares y esperó el momento indicado para usar los ahorros de toda una vida. 

 

El momento pareció llegar en marzo de este año. Salió de Cuba por primera vez a sus 42 años de edad. Entonces despegó de la más grande de las Antillas con rumbo a otra isla del Caribe mucho más pequeña y de la que sabía muy poco: Margarita.

 

Y.V. dejó en La Habana a su esposo y a su hija de ocho años. Pero solo por poco tiempo, en realidad. Su primer viaje fuera de la patria tenía toque de queda: debía estar de vuelta en no más de siete días, por el permiso legal que se le había concedido. 

 

Así que a esta oportunidad, limitada, tenía que sacarle el máximo provecho.

Y.V. sintió culpa al querer comerse unas fresas en ese viaje, solitario -es decir, sin su familia- aunque en compañía de otros 17 turistas cubanos que tampoco conocían nada fuera de La Habana y se estrenaban en ese viaje, de un total de 35. Ante la tentación, al final se contuvo: prefirió aferrarse a la fe de que podrá viajar en el futuro con su hija y disfrutar con ella de ese pequeño placer en algún mercado venezolano.

 

Sus esperanzas no son del todo infundadas. Desde junio de 2022 se abrió una ruta turística oficial entre Cuba y la Isla de Margarita, para canalizar deliberadamente hacia este último destino parte del lucrativo turismo de compras que suple el mercado informal cubano con productos que no provee el sector estatal.

En mayo de 2022 el Ministerio de Turismo de Venezuela negoció una ruta que se ofrece en Cuba para ir de compras a "Islas Margaritas" (sic).

Claro: al menos faltaría que la propia Y.V. desee volver, algo que no ha quedado muy claro después de su primera -¿única?- experiencia en Margarita.

 

Y.V. es una mula. Así se conoce coloquialmente en Cuba a estos viajeros que salen al exterior para regresar con el equipaje lleno de productos revendibles. Suelen moverse entre países donde o no se les pide visa o pueden tramitar la visa con facilidad, que son pocos, en realidad: Nicaragua, Guyana, Rusia, entre un puñado de destinos que se desarrollaron en la última década, y en medio de señales engañosas de un supuesto auge del emprendimiento privado en la isla.

 

Con nuevas facilidades de visas para cubanos desde marzo de 2022 y el interés bilateral de las agencias de turismo estatales de los dos países en el negocio, Venezuela se convirtió en otro de esos destinos, uno que hasta abril de 2023 había recibido 5.500 viajeros, de acuerdo con el Ministerio de Turismo. La particularidad es que, a diferencia de lo que podía ocurrir con Panamá, por ejemplo, Margarita ya no es el próspero destino de shopping que llegó a ser en la época de mayor esplendor como Puerto Libre –un regímen tributario preferencial liberatorio que exime de impuestos a las mercancías importadas en el Estado Nueva Esparta. Sol, playa, historia y rumba conforman su oferta turística, la misma que exhibe Cuba. Entonces, ¿qué incentivo puede haber para que los entes turísticos y viajeros cubanos se enrolen en un tour a Margarita?

Leticia y sus cantos de sirena

Un nombre clave para entender el sentido de este nuevo esquema es el de Leticia Cecilia Gómez Hernández. Aunque es cubana de nacimiento, Gómez se desempeña como Viceministra de Turismo Internacional del Ministerio del Poder Popular para el Turismo de Venezuela, país donde reside.

 

Gómez Hernández es quien vende estas visitas de los cubanos a Margarita como una oportunidad de negocios para ambos países, algo que no termina de ser cierto al menos para los viajeros cubanos, que viven la excursión con la misma incertidumbre de una ruleta.

Leticia Gómez es una cubana que se residenció en Venezuela y ha calado en el poder chavista-madurista. Foto: Twitter/@leticiagomezve

Gómez tiene ya varios años a cargo de puestos turísticos en Venezuela, con especial presencia en el estado Nueva Esparta, jurisdicción del Caribe del noreste de Venezuela que agrupa a las islas de Margarita, Coche y Cubagua.

 

Ya en 2015, Gómez se encargaba como gerente del Hotel Venetur de Margarita, nombre que el Estado le otorgó a las instalaciones, expropiadas por Hugo Chávez en 2009, del antiguo complejo Margarita Hilton & Suites. Su administración dejó huella: los meseros, botones y el resto del personal, se refieren todavía a ella como “la jefa”. También fue la plataforma para su ascenso al poder: en 2018, pasó a ser la presidente de la empresa del Estado Venezolana de Turismo (Venetur) y, desde 2021, Viceministra de Turismo Internacional. En el Ministerio de Turismo dicen que ella sirve como “los ojos” dentro del despacho para Diosdado Cabello y la esposa de este, Marleny Contreras, extitular de la cartera. 

 

Como se comprobó durante la cobertura de esta historia, nadie ligado al sector turístico en la Isla de Margarita se atreve a declarar, opinar o dar un permiso sin el visto bueno de “la jefa”.  Así ocurrió con las cámaras gremiales de empresarios -de Turismo, Consecomercio y Fedecámaras- y con la Alcaldía de Maneiro del Distrito Maneiro, esta última, en manos hoy del partido Fuerza Vecinal. Sus voceros fueron requeridos para opinar sobre la operación turística; ninguno quiso hablar. “Leticia es la que te hunde o te deja trabajar en la isla. Ella es la que manda”, dice una fuente.

La Viceministra de Turismo Internacional (al centro) se reune en mayo de 2022 con funcionarios de Cubatur, Grupo Gira y GTN para conversar sobre la operación de turismo de compras entre Cuba y Margarita que lanzarían el mes siguiente. De izquierda a derecha se ubican Teresa Segura y José Humberto Acuña. Foto: Twitter/@AliErnesto32

Por ser cubana y, ahora, viceministra en Venezuela, no extraña que Gómez tratara de impulsar una iniciativa para conectar ambos países. Tampoco, que eligiera las empresas turísticas designadas para atender a los cubanos en Margarita, su coto de poder. 

 

Mostró en sus redes sociales imágenes de diversas reuniones en ferias turísticas de Cuba y Caracas con los empresarios escogidos. Divulgó boletines de prensa donde aseguraba que cada visitante cubano gastaba hasta 5.000 dólares en compras, y que cada tour contaba con dos aviones a disposición de los turistas para llevarse la mercancía.

 

Pero la realidad sobre el terreno no es así de rutilante. De ser un boom, está siendo un boom clandestino. De hecho, son pocos los que en Margarita aseguran haber visto a estos fugaces viajeros. Sus compras son guiadas, sus movimientos vigilados y las compras, de chucherías y refrescos instantáneos sobre todo, apenas llenan las maletas.

Una piña cubana

1014 GTN Inversiones C.A. debutó en las redes sociales en julio de 2022, con una primera publicación en la red social Instagram donde se ve llegar al Aeropuerto Santiago Mariño de Margarita a un grupo de cubanos desde La Habana, a bordo de un vuelo de la aerolínea Estelar. La ruta fue inaugurada el 24 de junio con un primer grupo de 132 pasajeros, incluyendo funcionarios del Grupo Gira y GTN.

 

Esta empresa, hasta entonces desconocida en el gremio turístico, abrió dentro de las instalaciones del Hotel Venetur Margarita una oficina, tan diminuta, que solo aloja un escritorio y una silla.

 

Su trabajo visible es mantener autobuses esperando fuera del hotel para que los cubanos que vienen en estos viajes se movilicen; también contar a los viajeros durante el día y la noche para comprobar que el grupo sigue completo. 

 

Si a algún venezolano se le ocurre solicitar los servicios de esta pequeña agencia para visitar La Habana, en sentido contrario, 1014 GTN Inversiones C.A. solo gestiona el pasaje. La estadía va por cuenta del interesado. “La gente se queda en casas de familia, por eso no tramitamos reservas de hoteles ni tenemos paquete”, contesta la empleada que trabaja en el pequeño espacio.

 

Registrada como empresa el 2 de enero de 2015, 1014 GTN Inversiones C.A. comenzó como una sociedad de tres venezolanos: José Humberto Acuña Escalante, José Rodríguez Morales y Jesyreth Morela Vargas Guillén. Su misión original era la de prestar todo tipo de servicios turísticos.

En seis meses, el trío inicial se separó. Rodríguez y Vargas dejaron el negocio, mientras Acuña Escalante continuaba. Para sustituir a los idos, se apersonaron dos ciudadanos cubanos que para el momento apenas contaban con visas venezolanas de turistas con un año de vigencia: Teresa Margarita Segura Cisneros, economista de profesión, que compró 60% de las acciones; y Carlos Miguel Jiménez, gerente turístico y exdirector de hoteles en Cuba, que se quedó con 20%.

Teresa Segura, economista cubana, es la accionista mayoritaria de 1014 GTN Inversiones, la empresa que actualmente tiene la concesión de la ruta turística La Habana-Margarita. Crédito: Armando.info

El 28 de abril de 2016, a falta de una semana para que a Jiménez le caducara su visa para estar en Venezuela, este vendió sus acciones a Félix Enrique López Rodríguez, otro cubano con residencia en Venezuela. En julio del mismo año, Jiménez, el vendedor de las acciones, reapareció en el estado de Florida, en Estados Unidos. Allí incorporó una compañía denominada C & K Travel Corp., de la que seguía siendo presidente en marzo de 2023. A pesar de haber emigrado al odiado enemigo imperial, sus negocios con Cuba no cesaron: desde Florida hoy ofrece pasajes con la ruta La Habana-Barcelona (España).

 

Entre tanto, Teresa Segura regularizaba su situación en Venezuela. Ya para marzo de 2017 obtuvo la residencia permanente. 

Ella y los otros accionistas de 1014 GTN Inversiones C.A. acordaron hace dos años, el 7 de diciembre de 2020, en plena pandemia, aumentar el capital social de su empresa a un millardo de bolívares, el equivalente entonces a 920 dólares, según la tasa oficial del Banco Central de Venezuela (BCV). Declararon que ese capital de la empresa, con sede en una quinta de dos pisos ubicada en un callejón de la Urbanización El Marqués de Caracas, estaba representado solo en mobiliario: dos sillas de oficina, dos equipos de computadores y dos escritorios.

El cubano Carlos Miguel Jímenez pasó de ser un dirigente del sector turístico estatal cubano a poseer acciones de una empresa en Venezuela a fundar una compañía en Florida, EE.UU. Fotos: Fabook/Carlos Miguel Jiménez

Teresa Segura, en 2002, con 38 años de edad, participó en La Habana en un evento llamado el Tribunal Internacional de Mujeres Cubanas contra el Bloqueo, donde ofreció testimonio sobre los rigores de pobreza que debió enfrentar por el aislamiento impuesto por Washington a Cuba. Dijo que la década de los 90 le resultó dura. En esos años debía devanarse los sesos pensando en qué cocinar y cómo ingeniárselas para hacerlo sin combustible. Solo tenía leña. “La mayor parte del tiempo teníamos que cocinar con leña, junto con otros vecinos y al aire libre. Aprendí el valor de la naturaleza. Aproveché el río cercano que nos permitía lavarnos porque no depende de la electricidad. A veces miraba con rabia mi lavadora. Aprendí a usarla como mesa, poniéndole un mantel encima”, dijo entonces.

 

Hoy, con 59 años de edad, parece haber superado la vida de miseria que aún llevan muchos de sus compatriotas, como muchos venezolanos. 

Segura ahora conduce negocios fuera de Cuba. Y no solo en Venezuela. Teresa Segura Cisneros es la presidente del Grupo Gira, S.A., una agencia de viajes legalmente incorporada en Panamá en mayo de 2004, que solo ofrece destinos en Cuba y está dirigida y administrada por cubanos. Segura Cisneros figuraba como gerente del grupo en 2007, bajo la presidencia del italiano Giovanni Simoncini, y no mucho después de su dramático testimonio de estrecheces y sacrificios.

 

El otro cubano, Félix López, además de ser el titular de una porción minoritaria de 20% de las acciones de 1014 GTN Inversiones C.A., ha ocupado cargos ejecutivos en la compañía. Se identifica como su gerente en un perfil en LinkedIn, y ha ofrecido declaraciones a la prensa en el rol de director comercial.

  

La experiencia de López en el sector turístico es nula. En realidad, proviene del aparato propagandístico del castrismo. Trabajó como periodista en varios medios de comunicación estatales, incluyendo los periódicos Granma y Juventud Rebelde, órganos oficiales del Partido Comunista de Cuba (PCC) y de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), respectivamente. En la década del 2000 estuvo destacado en Venezuela a cargo de una misión en esa misma línea de trabajo: fundó y dirigió la revista Patria Grande, y realizó documentales como El Horizonte según el Ché (2007), coproducido por el Grupo Creativo del Consejo de Estado de Cuba, para el cual Hugo Chávez le concedió una entrevista de más de una hora en el expropiado Hato La Marqueseña, estado Barinas (Llanos occidentales de Venezuela).   

Félix López (primero a la izquierda) y su equipo de producción junto a Hugo Chávez durante una entrevista en el estado venezolano de Barinas para un documental sobre el Ché Guevara. Foto: Facebook/Félix López

El tercer socio y fundador, el venezolano Acuña Escalante, por su parte, tiene cinco empresas registradas -cuatro de ellas dedicadas al ramo del turismo- y con múltiples contratos con el gobierno venezolano. 

 

Una de ellas se llama Inversiones Entertainment 3000 C.A., que creó en el año 2003 para administrar desarrollos urbanísticos. Se mantuvo inactiva hasta 2007, cuando cambió la razón social para ejecutar planes turísticos. Desde entonces ha sido beneficiada con un número creciente de contratos con organismos del Estado. Ha organizado eventos y planes vacacionales para clientes como la petrolera estatal Pdvsa, el ente de previsión social del Magisterio (Ipasme), la Cancillería, el órgano tributario (Seniat), el Tribunal Supremo de Justicia, el Consejo Nacional Electoral, Fundayacucho, la Vicepresidencia de la República y, cómo no, Venetur.

Los empresarios cubanos y venezolanos aprovecharon la Feria Internacional de Turismo de Venezuela (FITVen) en 2022 para gestar el negocio. De izquierda a derecha con pullovers claros se ubican José Humberto Acuña y Féliz López, seguidos de la viceministra Leticia Gómez y Teresa Segura. Foto: Twitter/@leticiagomezve

En febrero de 2021, Acuña registró otra empresa, GTN Master, C.A., junto con un pariente de nombre José Olivier Acuña Sánchez. La empresa opera una tienda virtual, Trastienda.shop, que ofrece servicios de envíos aéreos y marítimos de documentos y paquetería a Cuba desde la urbanización El Marqués de Caracas.

 

También vende en línea combos de alimentos y aseo que se entregan en Cuba en alianza con la agencia Cubapack, una división de la Corporación CIMEX, parte del conglomerado militar GAESA. Envía también electrodomésticos y motos eléctricas desde Panamá; y vende una tarjeta magnética GTN-MASTER, que es recargable y funciona como un monedero virtual para adquirir los productos y servicios ofrecidos en Trastienda.shop. En su perfil de Facebook, que estuvo activo entre marzo y noviembre de 2021, llegó a ofrecer recargas de celulares de Cubacel en Cuba desde el exterior, pagables en bolívares o en dólares a sus cuentas en el venezolano Banplus Banco Universal.

Recargas de Cubacel desde el exterior, envío de dinero y paquetería, compras online de electrodomésticos y alimentos, son algunos de los servicios que ofrece Trastienda.shop, la tienda virtual propiedad de GTN Master. Imágenes: capturas de pantalla y materiales promocionales de redes sociales y del sitio web de la tienda.

Todos estos servicios  -los envíos de mercancía, las compras en línea y la recarga de celulares- son negocios en auge en Cuba para la captación de divisas de los expatriados, siempre para quien cuente con la bendición del régimen castrista. 

 

Desde la orilla cubana, la parte oficial beneficiada con el negocio es Cubatur, la entidad estatal cubana más antigua en la operación de destinos turísticos en Cuba, adscrita al Ministerio de Turismo, que desde el inicio ha tenido a su cargo la venta de los paquetes turísticos a la Isla de Margarita. Con precios que oscilan entre 940 y 1.042 dólares para estancias de siete días, y entre 829 y 894 dólares para estancias de apenas tres días -según el hotel y opciones seleccionadas-, los paquetes incluyen los boletos de avión, el alojamiento, traslados entre el hotel y el aeropuerto y centros comerciales, dos maletas de 23 kilos y un equipaje de mano de ocho kilos, según los precios más recientes. Cubatur también gestiona las visas en el consulado venezolano en La Habana, por las que los clientes deben pagar por separado el precio adicional vigente, de 50 dólares en la actualidad.

Casa en un callejón de la Urbanización El Marqués, Caracas, donde radica el domicilio legal de la empresa de los cubanos. Foto: Armando.info
Pequeña oficina de la empresa en el lobby del Hotel Venetur en Isla Margarita. Foto: Armando.info

Ganancias de pacotilla

De vuelta con Y.V.: hoy se dedica al comercio informal y a organizar eventos. Pero es toda una profesional con educación superior. Según relata, a los 28 años ya tenía tres títulos universitarios en Economía, Contabilidad y un posgrado en Finanzas. Además, asegura que habla inglés y alemán. “De nada me sirvió estudiar tanto”, cuenta. 

 

En el viaje a Margarita dice haber invertido casi 1.000 dólares para pagar el paquete turístico, que incluía boleto de avión, hospedaje y dos comidas en el Hotel Venetur de Margarita. Aparte, dijo haber comprado 680 dólares en confitería y otros 800 dólares en “misceláneas”, ropa en su mayoría, para llevar a Cuba. Además pagó 480 dólares por el cupo y traslado de cuatro maletas adicionales a las ya previstas en el plan. Un poco más de 3.000 dólares vistos como inversión, porque no se trata de un viaje para disfrutar y conocer nuevos parajes, sino un emprendimiento orientado a redituar. 

 

Aunque para los cubanos no es nueva la idea de hacer algo de dinero revendiendo productos adquiridos en el extranjero, no fue hasta la reforma migratoria de 2013 que la práctica devino un negocio más regular y extendido. Antes de eso, solo algunos privilegiados que podían entrar y salir regularmente por sus empleos estatales –como pilotos, marinos mercantes, entre otros– podían participar del tráfico de productos de primera necesidad, siempre ausentes y en demanda en una economía permanentemente maltrecha, afectada por décadas de ineficiencia y centralización estatal socialista. 

 

Hasta la entrada en vigencia de la mencionada reforma en enero de 2013, los cubanos necesitaban, además de visas en los países de destino, una carta de invitación emitida por individuos o instituciones en el extranjero, y un permiso de salida. La eliminación de esas restricciones abrió una nueva época de viajes independientes, que pronto se hizo visible en las estadísticas de llegadas de los cubanos a destinos con potencial para adquirir productos que generaran ganancias en el mercado informal, como, principalmente, la Zona Libre de Colón, en la costa norte de Panamá.

 

Y.V. y sus otros colegas de la expedición aguardaban cada noche en el hotel margariteño un camión de mudanzas cargado de productos de confitería y cientos de cajas con paqueticos de refresco instantáneos, muy cotizados entre cubanos. Todos esperaban a irse detrás del hotel a descargar su mercancía y subirla a las habitaciones. “Es lo único barato que nos puede generar dinero y es liviano para transportar en las maletas”, dice otra de las cubanas. Con 40 dólares compran 500 refrescos instantáneos y los venden luego en 105 dólares. No es que eso sea lo único que hace falta en Cuba, pero es algo que no pesa casi y tiene la rentabilidad necesaria para recuperar los ahorros invertidos.

 

Con todo lo que pagan para asegurar las condiciones del tour, el viaje sigue siendo incierto. Los del grupo de Y.V., por ejemplo, compraron los boletos con la promesa de poder llevarse 10 maletas de vuelta, pero al llegar a Margarita les dijeron que solo podían llenar seis. 

 

Y.V. y el resto de los 35 viajeros que llegaron a la Isla de Margarita esa semana de marzo en que Armando.info estuvo, sacaban cuentas. 

 

Otra mujer, el día que se iba, concluyó que el viaje había sido una estafa. “Acá todo es caro. Sacamos y sacamos cuenta y no hay manera de que esto dé ganancia”, gritaba en el lobby del Hotel Venetur. Ella estaba acostumbrada a ir a Guyana para comprar mercancía. 

 

Otro hombre que tiene una tienda de ropa se lamentaba porque ya no puede ir a Rusia a comprar mercancía más barata y, decía, de mejor calidad. Trata de mantener su negocio a flote con los viajes a Venezuela, aunque no esté conforme. “No es lo mismo, pero tenemos las fronteras trancadas”, explicaba.

 

Son pocas las fronteras que abre el pasaporte cubano. Solo un puñado de países tienen acuerdos bilaterales de exención de visas con Cuba para pasaportes ordinarios, en su mayoría destinos distantes –geográfica y culturalmente– en Europa del Este, Asia y el Pacífico, como Rusia, Bielorrusia, Uzbekistán, Kirguistán o Islas Fiji. En la vecindad de su propia región, sólo algunos estados insulares del Caribe, Nicaragua y Guyana, permiten a los cubanos ingresar a sus territorios sin visa. Hasta Venezuela, el fiel aliado chavista, la exige.

 

Provenientes de un país empobrecido y en fuga, sin ingresos personales, propiedades o cuentas de banco para demostrar la solvencia económica que suelen exigir los consulados para evaluar si son o no posibles migrantes, los cubanos de a pie que acuden al turismo de compras para subsistir suelen operar dentro de la reducida lista de destinos donde están eximidos de visas.

 

El negocio del turismo de viajes es tan precario como la estabilidad del acceso a esos destinos, que se ha visto afectado por restricciones de viaje durante la pandemia de la Covid-19; por variaciones en las regulaciones de visa, como en el caso de Panamá, cuya Zona Libre de Colón fue durante varios años la opción más atractiva para los cubanos hasta suspender definitivamente las facilidades de ingreso con tarjeta de turismo en marzo de 2021; o por conflictos bélicos, como en el caso de Rusia, cuya guerra contra Ucrania afectó la ruta de compras hacia ese país a partir de febrero de 2022.

Los cubanos que viajan a Margarita llenan sus maletas de confitería y refrescos instantáneos para poder llevar mercancía que pese poco y puedan vender en mayor cantidad. Fotos: Armando.info

Mientras, para la isla receptora, Margarita, y su sector comercial, este turismo de compras apenas se ha hecho sentir.

 

Pocos saben que los cubanos están en la isla. No se trata de una manada de turistas que anda de window shopping. Sus compras se dan en expendios muy específicos: tiendas de árabes que venden ropa usada a uno o dos dólares por pieza, por ejemplo. Ven electrodomésticos y puede que agarren algunas licuadoras. Algunos, los más osados y adinerados, piden un televisor de 32 pulgadas, y en un tour puede haber alguien que compre hasta 10 teléfonos celulares, eso sí, siempre que no cuesten más de 70 dólares por equipo. “Pero conseguir a uno que invierta en esa cantidad de equipos es muy escaso, la excepción. Los cubanos por lo general buscan lo más barato y lo que pese menos y ocupe menos espacio”, cuenta el encargado de una tienda de electrodomésticos.

 

El primer día del tour, a los cubanos los llevan al Centro Comercial Sambil y entran a una tienda de dos pisos de electrodomésticos, vigilados por dos cubanos que permanecen día y noche en el hotel o con el grupo, todas las semanas, haciéndose pasar por turistas, que no lo son. Al entrar empieza el asombro. Hay de todo. No se ven anaqueles vacíos. Pero cuando buscan enterarse de los precios, las oportunidades de negocio se desvanecen. Algunos compran una licuadora para su casa y salen a dar vueltas en el centro comercial. No compran casi más nada. Las vitrinas los espantan más que lo que los atraen. El Sambil puede que esté en sus aspiraciones pero no cabe en sus cálculos. 

 

“Tenemos grupos de Telegram y ya sabemos que en estos lugares no podemos comprar nada. Tenemos que esperar que nos lleven a las tiendas de los turcos”, comentan, ya de vuelta en el hotel. La visita acaso sirve para calentar las ganas de capitalismo.

El negocio puede ser el de la fuga

Desde luego, como ocurre con casi toda ocasión en la que ciudadanos cubanos consiguen excepcionalmente viajar al extranjero, las compras en Margarita también han sido aprovechadas como oportunidades para desertar.

 

Fue el caso de L.A., quien nunca había salido de Cuba pero quería irse. No encontraba casi nada para comer en Cuba. Sus padecimientos eran tales que, cuando por fin llegó a Venezuela, los carros con 20 años de antigüedad que transitaban por las calles le parecían nuevos; los supermercados llenos de comida la embelesaron. Para ella, vivir en Venezuela, incluso esta del chavismo-madurismo y la emergencia humanitaria, ya sería ganancia.

La tienda de confitería en Margarita es una de las más cotizadas para los cubanos por sus bajos precios y la de los árabes que venden ropa usada a dos dólares por pieza. Fotos: Armando.info

En noviembre del año pasado logró obtener una visa por cuatro días para venir a Venezuela como parte del turismo de compra de los cubanos y no lo pensó dos veces. Su padre ya tenía 20 años viviendo en Venezuela. Esta mujer es una de las cubanas que aprovechó la facilidad de tramitar una visa para venir a Venezuela y salir de Cuba. No sabía que en su primera escala llegaría a otra isla, donde quedaría indocumentada y todavía vigilada.

 

Al llegar a la isla de Margarita, cuenta, le quitaron su pasaporte y quedó bajo vigilancia de unos agentes de la Policía Nacional Bolivariana en el Hotel Venetur. Los funcionarios pernoctaban en los pasillos de las habitaciones y se rotaban con guardias de 24 horas.

 

Pero, pese a la dificultad que eso entrañaba, L.A. y un matrimonio joven de su grupo no cambiaron su decisión de escapar. Aprovecharon uno de los días de compras para alejarse del tour. Pidieron ayuda a unos pescadores de la zona y acordaron una ruta de escape. Solo tenían pocas horas para salir.

 

A las 9:00 am, justo después del desayuno, los tres salieron a la piscina y corrieron hacia la playa privada del hotel, solo con un bolso encima. Los tres jóvenes no miraron atrás, aunque la policía los perseguía. Los dejaron atrás. Tomaron un bus y luego un taxi para llegar hasta un muelle en donde un pescador los esperó para llevarlos en bote a Carúpano, en el estado Sucre, ya en tierra firme venezolana, en donde la esperaba su padre luego de dos décadas sin verla. L.A. permaneció en Venezuela, mientras que el matrimonio amigo tomó la ruta de Colombia, con destino final en Estados Unidos.

 

Ellos no fueron los únicos en intentar la fuga. Durante el año 2022, varias decenas de cubanos intentaron irse del viaje de compras que usaron como tapadera. Unos lo lograron, otros no. Algunos creyeron que simplemente podían ir al Aeropuerto Santiago Mariño y comprar un pasaje a otro destino nacional o ir hasta el puerto de ferries en Punta de Piedras para llegar a La Guaira. A quienes fracasaron siguiendo esas rutas ilusorias, la Policía Nacional Bolivariana de Migración los detuvo y deportó. “Muchos nos preguntaban cómo irse y eso era un compromiso”, dice un empleado de la operadora turística que los traslada para hacer compras.

 

Hoy los cubanos son vigilados de manera regular dentro del hotel por sus mismos paisanos. No es un misterio. Llama la atención que algunos hombres nunca se van del alojamiento. Cuando retorna un lote de viajeros a La Habana, ellos se quedan. Siempre están solos. Se sientan a comer aparte, pero sin dejar de observar. Cuando llega otro lote de visitantes, se camuflan entre ellos. Siempre visten bermudas y sandalias. Parecen aburridos turistas solitarios. 

 

Mientras, la PNB de migración ha ido bajando la guardia, delegando responsabilidades en la seguridad antillana. Durante 2022 sus efectivos hacían guardias en los pasillos de las habitaciones de Venetur, pero ahora solo van al lobby del hotel y cuentan a los turistas antes de salir a comprar. El resto de la vigilancia lo hacen los cubanos. 

 

“Uno siempre sabe que te pueden estar vigilando. Da desconfianza hablar porque no sabes quién es quién”, recuerda una de las turistas que se fugó de Margarita.

 

A pesar de las defecciones y con la vigilancia reforzada, los paquetes a Margarita siguen en venta. Los cubanos tienen cada vez menos opciones para salir a resolver fuera de sus fronteras. Con el tiempo su pasaporte se hace más débil. Con él solo pueden entrar a 26 países sin visa, pero pocos de ellos les ofrecen una oportunidad de negocios. Rusia, un viejo aliado, se encuentra en guerra, y en Panamá las normas migratorias crearon nuevos obstáculos. Por descarte quedó Venezuela como el mal necesario. Peor es nada. 

Este reportaje es producto de una cobertura conjunta entre Armando.info, de Venezuela, y Proyecto Inventario, de Cuba. 

Reportería adicional: Bárbara Maseda y Susana Vázquez Vidal (Proyecto Inventario)

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